lunes, 13 de julio de 2020

Estar enfermo de COVID

 Todo empezó como un resfriado. “Creo que tengo una infección en la garganta y debo ir al doctor”. Voy al médico un par de veces al año, únicamente cuando creo que es necesario que me recete antibiótico. Pensé que esta vez sería una de esas visitas.
Me recetaron antibiótico y corticoesteroide intramuscular, así como un antibiótico adicional tomado. Y un jarabito para la tos.
Estoicamente seguí la receta, casi nunca reparo en qué es o para qué sirve lo que me manda el doctor. Lo que no sabía es que éste era el tratamiento que me estaba preparando para lo que vendría. Al finalizarlo ese fin de semana, sentí una súbita recuperación y pensé que podría cantar victoria. Estaba equivocado.
El sábado por la noche y el domingo durante todo el día tuve una fiebre desesperante y malestar general. Dicho malestar parecía agravarse minuto tras minuto. Como sobreviviente del dengue, lo puedo comparar a cómo se siente uno en esas primeras etapas en que te ataca el quebrantahuesos.
No me había sentido tan mal por una enfermedad desde hace más de 25 años. Pensé que dormir un poco me ayudaría. Traté de descansar, pero al incorporarme poco tiempo después, me sentía mucho peor. Traté con un par de antipiréticos pero no me hicieron ningún efecto. El tiempo pasaba y me sentía cada vez peor. “Creo que esto es serio”, pensé.
Una de las peores noches que he pasado enfermo fue la de ese domingo para el lunes. Me sentía morir. No imaginariamente. Pensé que de pronto mi cuerpo iba a dejar de resistir. Lo peor es que no tenía escurrimiento nasal ni diarrea ni ningún otro síntoma que me ayudara a identificar dónde estaba la enfermedad.
En la desesperación, el lunes fui a ver a otro doctor, quien confirmó por todos los síntomas que tenía neumonía. “Y en un contexto de la pandemia que estamos viviendo, lo más probable es que su neumonía sea covid 19, sólo hay que hacer la prueba para confirmarlo”, dijo.
Para ese momento ya me sentía débil, el malestar general no cedía y se me había quitado el hambre. Fui a hacerme una placa de tórax esa misma tarde e hice la cita en el laboratorio para la prueba de Covid. No hay pruebas inmediatas. Sólo por cita y los resultados tardan más de 24 horas. Y es carísima.
Todavía me faltarían un par de días con fiebre. De pronto el aire empezó a hacerme falta. Me agitaba mucho con cualquier esfuerzo, por mínimo que fuera. Hablar o subir escalones, por ejemplo, requería por lo menos unos 3 minutos para recuperar mi aliento.
El martes empecé con diarrea… pero afortunadamente en la noche ya no tuve fiebre. El doctor me había dicho que esperara diarrea y dificultad para respirar. Qué síntomas tan extraños juntos.
El miércoles empecé con un dolor en la espalda. Lo comparo a cuando tienes una infección en los riñones, sólo que este dolor en particular abarcaba una extensión mayor de la espalda. La noche del miércoles otra vez dormí a intervalos por esa molestia. El jueves el dolor fue insoportable a lo largo del día. Sin embargo, de repente, el viernes en la mañana el dolor había disminuido muchísimo. Y se fue.

El sábado en la mañana, al despertar, aspiré profundamente por primera vez en varios días y me sentí bien al sentir cómo mis pulmones se llenaban de aire. Pensé que ya estaría bien a partir de ese momento. Pero en el transcurso de la mañana volví otra vez a sentir esa incapacidad para respirar.
Ese mismo sábado fui a ver a la neumóloga, con mis resultados de covid positivos y con la placa de tórax. Afortunadamente -dijo- mi padecimiento era de los “leves”, por lo que me auguró una recuperación con cuidados mínimos en las siguientes semanas.

¿Leve? Y yo que sentía que me iba a morir.
Todavía el siguiente domingo tuve fiebre nuevamente y diarrea… pero esta vez ya los esperaba venir porque la doctora lo anticipó. Así que sólo traté de descansar y tomé paracetamol.

En general siento que recupero mis fuerzas y me incorporo para trabajar un rato en mi computadora. Es cuestión de 10 a 15 minutos, cuando siento ese cansancio en mis ojos y en mi espalda que hacen que me recueste nuevamente. A veces me quedo dormido algunos minutos. Así transcurren estos días de encierro.

Hay varios detalles que he omitido como los episodios de depresión o las consultas con otros médicos, la sed insaciable que tuve algunos días. Hoy, en el día 14, tuve mucha hambre en el desayuno así que hice un par de huevos revueltos con frijolitos negros y dos tortillas. Sentí que volví a nacer.

3 comentarios:

  1. Me fui directamente al final, para saber cómo te sentías hoy. 😊😊😊

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  2. Me encantó, como lo transmites, me sentí de verdad ahí viéndote, lo viví por tus líneas....

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