domingo, 23 de junio de 2024

A mí no me decepcionó López Obrador

 Uno de mis maestros de la Universidad, a quien admiré y respeté  -quien ya murió- tomó muy en serio su papel de mentor  -lo cual ahora aprecio y lamento no haber valorado completamente por mi inexperiencia y juvenil falta de visión-, y me invitó a varios proyectos en los que él participaba. Algunos proyectos eran más interesantes que otros; todos en las áreas de comunicación social y periodismo.
Cuando López Obrador era jefe de gobierno en la Ciudad de México, surgió la idea de hacer un programa semanal que se transmitiría por la radio. Mi profesor era, además de su colaborador, una de las personas que sentían afinidad genuina por “Andrés Manuel” pues como muchos otros, idealizaba en su persona la cristalización de sus anhelos democráticos.
Hubo algunas reuniones en diferentes lugares, algunas de ellas en la colonia Condesa. Yo no tenía ni idea, ningún papel protagónico ni mucho menos tenía voz ni voto. Como estudiante universitario y discípulo de mi profesor, mi papel se limitaba a ver, escuchar y tratar de aprender desde las filas de atrás.
Recuerdo que a esas reuniones asistía gente de lo más diversa, algunos se veían muy centrados y parecían inteligentes. Otros usaban expresiones grandilocuentes y otros iban con la actitud de estar participando en juntas secretas para llevar a cabo un gran plan revolucionario.
Uno de estos últimos alguna vez dijo respecto de la educación pública, que había que llevar a cabo una revolución “como la de Mao” en México. Yo nada más lo vi de reojo tratando de que mi extrañeza no se hiciera tan evidente que los demás lo notaran. Tal vez era un estudiante inexperto, pero no era ingenuo ni ignorante. En verdad dijo lo que dijo, pero en ese momento me pregunté si realmente esa persona lo entendía.
Sin ser un político ni un comunicador ni reportero de la fuente, varias experiencias de mi vida personal y profesional me han puesto en diferentes ventanas donde he podido ver  -algunas veces más de cerca- el tipo de pensamiento que impera en lo que se ha dado en llamar “la 4T”.
Por eso no vi más que como algo natural la campaña que decía que López Obrador era un peligro para México. Por lo regular las campañas publicitarias tienden a resaltar lo obvio y esta no me pareció la excepción.
Pero mi convicción de que López era un mal que había que evitar a toda costa, no fue producto de la mencionada campaña, sino de esos acercamientos que tuve con la gente que lo acompañaba.
Visité el campamento en Reforma cuando bloqueó la vialidad violando elementales leyes y reglamentos sin recibir ningún castigo. Vi a algunos de sus colaboradores emplear el tiempo que deberían estar ocupando para el servicio público, para gestionar actividades y recursos “para el movimiento”. Escuché a algunos de los proveedores de servicios cómo con resignación contaban de las mejoras en las casas y oficinas de funcionarios de gobierno del PRD (partido que entonces usaba López como plataforma política). Desplantes como el de comprometer a que si el candidato “Juanito” ganaba la delegación Iztapalapa se la tendría que ceder a Clara Brugada, dejaban ver que la ley era algo maleable en la mente de López, culminando con su máxima “al diablo las instituciones”.
Cualquier persona con tres dedos de frente podía ver que López era en realidad un peligro para México.
Lo más triste fue escuchar una vez alguien muy cercano al PAN decirme “va a ser Obrador” en las elecciones donde finalmente ganó la presidencia Peña Nieto. Días después me dijo “se arreglaron”.
Al principio de su gobierno, una de las personas que participaban en su fraternidad de repente me dijo en voz baja “están planeando hacer algo, se les está saliendo de control”. Bueno al parecer todos los miembros de la fraternidad decidieron doblar las manos y apoyar a su destacado miembro, porque durante 6 años priístas y panistas guardaron un silencio sepulcral. Hasta que llegó el tiempo de las elecciones nuevamente, reaccionando demasiado tarde, postulando a una buena candidata, pero dejándola valerse casi únicamente de sus propios medios para hacer campaña.
A mí no me decepcionó López, hizo exactamente lo que esperaba que haría. Seis años después ha quedado demostrado que López sí era, es y será  -mientras viva-, un peligro para México. Lamentablemente, al igual que Calles y el priísmo más rancio, López Obrador seguirá gobernando otros seis años y tomando malas decisiones a capricho para perjudicar al país del cual han tomado todo, sin descansar hasta verlo totalmente destruido.
 
 
 
 

martes, 30 de abril de 2024

I La mayoría no es virtuosa

 



Si la democracia es la mejor aportación del occidente a la humanidad, tal vez deberíamos de cuestionar nuestro “liderazgo”.

 

Aunque tendemos a ver la democracia como el valor supremo del contrato social, en realidad, estamos hablando de un modelo que tiene muchas áreas de mejora y que nunca, jamás, llegará a ser perfecto.

Algunos de los problemas intrínsecos de la democracia no radican en su instrumentación sino en su concepción. La democracia parte de supuestos que al ser analizados dejan ver muchos de los vicios y problemas que como sociedad arrastramos desde que el hombre empezó a vivir en comunidad y a autodeterminarse.

Hay dos personajes principales en la escena democrática -y no estamos hablando de partidos políticos ni personalidades-, sino de dos grupos que existen de manera automática en la democracia: la mayoría y la minoría. Los acompañan ciertos mitos que necesitamos comprender para entender mejor nuestro rol como ciudadanos.

 

Mito uno: La mayoría sabe lo que es mejor para todos

La democracia parte de la idea de que la mayoría sabe lo que es mejor para el grupo. Confía en que la suma de conocimientos, experiencias y opiniones de las personas puede definir el mejor escenario posible para la totalidad.

Las fallas de este razonamiento son obvias, pero vale la pena comentar algunas. Es probable que, en la teoría exista una mayoría educada, con sus necesidades satisfechas, respetuosa de lo ajeno, con conciencia social, sin problemas emocionales y con una vida afectiva balanceada.

Lamentablemente no es así: la mayoría tiene una educación deficiente; algunas de sus necesidades insatisfechas; tiende a sacar ventaja de la situación para su beneficio personal; y carga con varios pendientes emocionales y afectivos que repercuten en su desempeño social.

Por lo regular la masa es irracional. Un individuo podrá tener mejores oportunidades de evaluar escenarios si no fuera arrastrado por la estampida del temor, el prejuicio o la ignorancia a la que nos condena en muchas ocasiones la vox populi.

La mayoría elige en función de su conocimiento, pero también de su ignorancia; en función de sus aspiraciones, pero también de sus temores; en función de lo que quiere obtener, pero también de lo que no quiere ceder.

Lo anterior podría colocar en el máximo cargo de representatividad social a personajes indeseables. Ejemplos sobran a lo largo de la historia mundial y nos golpea en la cara el caso de México, que en su ejercicio democrático más reciente colocó a uno de los políticos populistas más contradictorio y perjudicial que jamás haya tenido la administración pública del país.

La mayoría no siempre está en lo correcto.

 

Mito dos: La mayoría es la mitad más uno

La aritmética dice que tres es mayor que dos. Que diez es superior a nueve. Que 67 es menor que 70. En la democracia no es así.

Sólo algunos miembros de la comunidad califican para participar en la democracia. Sin argumentos que lo respalden, el criterio que abre la puerta de la participación democrática es la edad de una persona, en México es 18 años.

En un país con 128 millones de personas, como México, el universo de tomadores de decisión se circunscribe a aquellos que tienen la edad reglamentaria para votar, es decir 100 millones. Lógicamente la opción que elijan 50 millones más uno es la que ganaría cualquier votación. 

El problema es que no todos votan y que siempre hay más que dos opciones. De modo que

30 millones pueden ser mayoría, si esos 30 millones superan a los otros millones que eligieron alguna otra opción y dicha opción no juntó más de 30 millones. Pero lo mismo sería si 20 millones eligen una opción y las otras alternativas juntan menos de 20 millones. La ganadora no es la que tiene la mayoría aritmética sino la que tenga más adeptos.

De este modo, 30 millones pueden fastidiarles la vida a los 98 millones restantes, únicamente porque su opción fue la que más votos registró.

 

Escucha mi playlist Democracia en Amazon Music, un viaje ecléctico para pensar en la democracia.






miércoles, 11 de octubre de 2023

 



U2, la Esfera y Las Vegas 

Bono está cansado o el temor de U2 de ofrecer el mejor concierto de rock de su historia. 

 “Elvis durmió aquí” dice un letrero sobre Las Vegas Blvd., en el centro de la ciudad, que apunta hacia un hotel que seguramente habrá visto días mejores, porque si Elvis durmió por aquí es probable que no se veía tan feo y decadente como se ve ahora.  


En la imaginación de muchos, Las Vegas era ese lugar donde los cantantes y las bandas se iban a retirar, a pasar sus últimos días, a apagarse. Como esos animales que heridos de muerte o presintiendo el final de sus días, se alejan de la manada a morir en la soledad. Aquellos que antes habían gozado de fama y fortuna, que habían llenado estadios y arenas, ahora pasaban sus últimos días actuando para un público ecléctico que venía a Las Vegas a verlos, más como un acto de curiosidad, para atestiguar su lenta agonía. 


 Por eso cuando nos enteramos de que U2 tendría una “residencia” en Las Vegas se encendieron las alarmas: ¿ya no volverán a hacer una gira? ¿ya se van a jubilar? Sobre todo, considerando que algunas de las más famosas residencias han durado años. Después de ver a Bono el sábado pasado, no sólo aumentó el temor de que no habrá más giras, sino que tampoco van a durar mucho en The Sphere. Bono está cansado y no se ve que esté dispuesto a hacer este show por mucho tiempo. Aunque The Edge y Adam Clayton hacen su mejor esfuerzo, Bono, que antes era la energía de la banda, el de los discursos para salvar al mundo, el de las improvisaciones, el de los covers, ahora se nota agotado, aburrido, lento, por momentos parece que sólo quiere que la canción se acabe, que el show termine. 


Eso también hace que en ocasiones The Sphere, con su impresionante domo de HD, les robe el show, que sea más importante que U2. Eso debería ser algo difícil de manejar para un cantante mesiánico como Hewson, pero parece que ya no le importa. El baterista emergente hace su mejor esfuerzo, pero obviamente no está al mismo nivel ni posee la misma mística. Aunque el público es benévolo y le da la bienvenida a la familia, queda claro que Bram Van den Berg no es Larry Müllen Jr. 

El venue por sí mismo te deja sin aliento: los gráficos, la sincronización y el concepto de este tour es simplemente magnífico, como todas las ejecuciones a las que nos tiene acostumbrados el equipo de ingenieros que acompaña a U2 en sus giras. Sin embargo, todo el potencial de The Sphere se utiliza más o menos el 50% del concierto. La otra mitad del tiempo vemos a la banda tocando sus canciones normal, montada en el escenario minimalista -que también es una pantalla- creado a partir del concepto del tornamesa de Brian Eno. Paréntesis: dudamos que tendría una aplicación práctica esa atmósfera “conceptual” de luz y sonido -peculiar por decir lo menos- que nos recetó Eno en el Anahuacalli de la Ciudad de México hace varios años. De haber sabido que nos estaba preparando para U2-UV le hubiéramos puesto más atención. 



Las canciones del Achtung Baby siguen sonando, hay momentos mágicos y melancólicos con WGRYWH y So cruel, no en balde han transcurrido 30 años desde que esta música se incorporó al soundtrack de la película de nuestras vidas. Sin embargo, las ejecuciones de U2 suenan más a compromiso, sobre todo si lo comparamos con las extraordinarias entregas de EBTTRT en la gira 360º o The fly en la gira Elevation. Así que está uno con ese deseo del momento magistral que no llega cuando de repente la banda se detiene y sin empacho Bono dice: "bueno ¿saben qué? ahora les vamos a tocar unas canciones del Rattle & Hum". 


¿Quéee? Paradójicamente el Rattle & Hum fue el álbum del que se querían despegar cuando sacaron AB hace 30 años. ¡¿Por qué mirar hacia atrás y recetarnos una lista de canciones con guitarra acústica cuando estamos en The Sphere?! Muchos pensamos que muchas canciones de Zooropa hubieran lucido estupendas en esta ocasión, pero no. La banda está en la mejor catedral para conciertos de rock que jamás se haya construido y entran en ella, pero mirando hacia atrás. 



Como es ya una tradición en todos los conciertos, la banda tocó nuevamente Pride, Where the streets, etc. Hay canciones que hubieran sido excelentes selecciones para The Sphere: The blackout; Daddy’s gonna pay; City of blinding lights; Original of species; The miracle of Joey Ramone; etc. U2 tuvo miedo de ofrecer el mejor concierto de rock de su historia. Parece que la única canción que le entusiasma cantar a Bono su más reciente: Atomic City, que desde el principio nos sonaba a post punk o pre new wave; y que el coro evocaba Call me de Blondie. Después supimos que Debbie Harry aparece en los créditos.

El concierto sigue con momentos mágicos que aprovechan la pantalla envolvente de The Sphere y que lo dejan a uno pegado a la butaca con los sentidos en éxtasis. Pero fuera de esos momentos, el concierto transcurre con prisa, se acaba y uno se queda con la sensación de que esta vez no hubo esa conexión que antes había. Tal vez es la falta de baterista, tal vez Bono está deprimido, tal vez es el público que no responde. Ese público, boomers y x’ers, con alta solvencia económica: algunos de mis compañeros han visto el concierto dos veces ya. Gente de todo el mundo hablando todos los idiomas irreconocibles y los familiares como el francés, italiano y japonés. Pero igualmente molesto e incómodo la cantidad de personas que abandonan su lugar para ir a comprar algo de tomar o de comer o para ir al baño, después de todo, la mayoría de los asistentes ya somos casi adultos mayores. 
     




El concierto se acaba. Finalmente, Louis Armstrong nos recuerda lo maravilloso que es el mundo, con sus animales, los colores del arcoíris, el cielo azul y las amistades que nos saludan con una sonrisa. Es verdad, Louis no menciona a bandas de rock irlandesas ni esferas hi tech. Es por ello por lo que quizás el siguiente show de U2 será a la antigüita, sin depender tanto de la tecnología y dejándonos ver el talento que los ha llevado a ser las super estrellas que antes iban por el mundo a cantar para sus fans, y ahora son capaces de hacer que sus fans vengan de todo el mundo, a Las Vegas, a verlos tocar.

martes, 21 de septiembre de 2021

Pensamientos de un obituario

He encontrado canciones

en los poemas de un hombre

que ve la vida 

con la claridad que da

tener cerca la muerte

domingo, 5 de septiembre de 2021

Conciliar el corazón político

México pasa por uno de los momentos más tristes y oscuros de su historia. Una facción política con intenciones cuestionables, deficiente preparación e intereses egoístas, se ha instalado en la dirección de los poderes de la Unión. A pesar de la evidente decadencia de la administración pública federal (la lista de errores es ya una letanía que a los mismos detractores nos comienza a aburrir), hay muchas personas que, por interés o por ignorancia, se empeñan en defender al actual Gobierno de México. 

Dije “por interés o ignorancia” a propósito porque hay un elemento más que podría justificar el que algunas personas con suficiente educación, integridad y sentido común se nieguen a ver la realidad de destrucción y miseria a la que arrastra al país el partido político de un solo hombre, perverso y amargado. 

Algunas de esas personas -que llamaremos negacionistas- son queridas para mí. Los vínculos de afecto que me unen a ellos hacen que nuestras diferentes visiones del gobierno parezcan insignificantes. Y sin embargo, esas diferencias podrían tener el poder de distanciarnos y hacer que nuestra unidad se enfríe. 

Muchas veces he pensado que no es justo que el desempeño de un político mitómano y mediocre perjudique mi amistad y algunas de las relaciones más entrañables con amigos y familiares.

Es por ello que estoy escribiendo este artículo, porque siento que cuando esta pesadilla termine volveremos a buscarnos y debemos estar preparados para superar este momento sin que ello se convierta en un obstáculo para seguir construyendo un futuro feliz. 


Por interés o ignorancia

Muchas personas tienen interés en que el actual gobierno se mantenga así como está porque reciben un beneficio económico, al igual que recibieron beneficios de otros gobiernos en otras épocas. Son vividores pegados como sanguijuelas a la estructura del poder, que parasitan el cuerpo decadente de la Hacienda pública. Apellidos conocidos durante años, los mismos políticos, los mismos zánganos y uno que otro arribista. 

Hay quienes también tienen interés porque reciben un beneficio económico, pero de una escala mucho menor que los primeros. Son los que están suscritos a algún programa asistencial, que les resuelve una necesidad básica inmediata por un día o unas horas. Son los que hacen filas para recibir una cobija, una playera, una gorra o cualquier baratija. Son los que venden sus aplausos por una torta o una despensa. Son los que se debaten entre la dignidad y la comodidad de extender la mano para recibir una mísera dádiva, unos pesos que ni siquiera justifican el tiempo invertido en el “evento”, en el transporte, en la malpasada, ni en el olvido del que serán objeto hasta la próxima vez que el gobierno los “necesite”. 

Muchos de estos últimos viven en la encrucijada del interés y la ignorancia. Su falta de preparación y de oportunidades, su falta de recursos y condición mendigante hacen que vean la limosna como un alivio y confundan la mezquindad de los políticos con generosidad.

Para los ignorantes, el presidente es una persona que está allí porque fuerzas superiores, extrañas y desconocidas, le han seleccionado para ser el más sabio, el más capaz, el más fuerte. Para los ignorantes, el gobierno es una entidad que está en todas partes, que tiene un poder infinito para intervenir y resolver los problemas -desde los más comunes como el costo del transporte público, el precio del huevo y las tortillas; hasta los más elaborados como ayudarles a encontrar atención médica especializada o protegerlos de desastres naturales- y ve a quienes gobiernan como un grupo de personas preparadas, bondadosas e infalibles, gente que está ahí porque es la única calificada para gobernar. 


El corazón político

Pero hay un grupo de personas -donde hay gente que estimo y aprecio- que no tiene interés ni es ignorante. Y sin embargo defienden con vehemencia al gobierno actual y su presidente. 

Son aquellos que en algún momento de sus vidas pusieron el corazón en una ideología; invirtieron su capital emocional en la afiliación con los ideales de justicia, fraternidad, libertad y los cristalizaron en la aspiración de un régimen que algún día llegaría. 

Cuando las personas se enamoran suelen colocar sus deseos y aspiraciones en el ser amado, aunque éste en realidad no posea esas cualidades; a los enamorados les gusta pensar que esa persona es la encarnación de lo que siempre han querido y en consecuencia le entregan su corazón. 

Lo mismo sucede con los que en algún momento de su vida entregaron su corazón político a una persona o corriente política que parecía alinearse con sus deseos y aspiraciones de un México mejor. 

Algunos de ellos ya se dieron cuenta que el Gobierno de México y su prometida transformación son un fracaso. Sin embargo se niegan a reconocer la realidad; les cuesta aceptar que se equivocaron, porque lo que está en juego va más allá de la capacidad de enfrentarse a los datos duros, comparar y emitir un juicio sensato… lo que está en juego es su corazón. 

El político “redentor” en el que depositaron su esperanza ha resultado una farsa. El “movimiento” al que apostaron su voto, ha fallado. 

No obstante, para reforzar su creencia, se dicen a sí mismos que tal vez se necesita más tiempo para “empezar a ver resultados”; que tal vez la oposición es más fuerte que el deseo del líder de que las cosas cambien; que hay mala fe de los medios de comunicación para señalar lo malo; que probablemente las cosas en realidad estaban peor de lo que se pensaba y que por eso no alcanzarán seis años para arreglarlo todo. Etcétera.

Al escucharlos puedo percibir que no tratan de convencerme más de lo que tratan de convencerse a sí mismos ¿cómo podrían renunciar a lo que creen y a lo que aman? ¿Cómo podrían negarlo?

Nadie quiere quedarse a mitad de la calle con su corazón roto sin un lugar dónde ponerlo. Es un poco el síndrome de la esposa golpeada, y el síndrome de Estocolmo, y el del alcohólico… me hace mal pero me hace bien.

Un día, cuando esta pesadilla de gobierno acabe, tendremos que conciliar el corazón político y entender que nuestros amigos le entregaron el suyo a la persona equivocada. Quizás pasarán muchos años pensando en las mil posibilidades de que las cosas hubieran salido como ellos esperaban y quizás algunos seguirán siendo negacionistas, pero ello no deberá detenernos para reparar y reconstruir el México que todos queremos, ni mucho menos deberá interponerse entre nuestro afecto y las personas a quienes siempre ha estado destinado.