Parafraseamos el título de un librito de Rosario Castellanos que se nos vino a la mente al pasar bajo el puente de la Glorieta de Insurgentes -avenida Chapultepec- aquí en la ciudad de México. Resulta que a la gente de Marcelo -el singraciajefedegobiernodeldefe- se le ocurrió poner unas lonas que cubren ambos muros del paso deprimido en las cuales vemos a unos pececitos de colores. Nada en contra de la vida marina, por el contrario amamos el mar... sólo que la idea y la ejecución de esta campaña de "embellecimiento urbano" es un poco absurda y nos ha dado mucho material para hacer bromas a costa de sus concebidores, a quienes, afortunadamente, no conocemos.
1.- A pesar de la tan cacareada inversión del GDF en el mejoramiento del sistema de desagüe, la ciudad sigue inundándose. Los puentes o pasos a desnivel son obviamente el coco de los automovilistas que tienen que atravesarlos -cuando pueden- un día lluvioso. Entonces creemos que la cuestión de poner pececitos en la pared es más bien para que, en caso de que el coche se descomponga y no se pueda mover ni pa´lante ni pa´trás, el infortunado ciudadano se haga a la idea de que está en la película de La Sirenita y cante esa de "bajo el mar, baajooo el mar".
2.- Alguien se tomó muy en serio eso de "pasos deprimidos" y decidió ayudar con la terapia psicológica. Es cierto que uno se frustra al intentar ir a más de 30 kph en avenida Chapultepec un viernes de quincena... el problema es que si el embotellamiento lo agarra a uno abajo del dichoso "paso deprimido" pues es peor. Luego las imágenes de las citadas lonas tienen un cuadro como de unos cuatro metros que se repite por casi un kilómetro. Entonces el conductor que va deprimido por el tráfico tiene un deja vu cada cuatro metros. "¿No es ese el pez amarillo que acabo de pasar? ¿por qué no estoy avanzando?" lo cual resulta en una mayor tortura psicológica.
3.- Los puentes o pasos a desnivel o subterráneos o whatever en esta ciudad necesitan más que decoración, una buena pavimentada e iluminación. Ahi tienen que entra uno muy confiado al puente y ¡moles! se cae en un bache de esos que sólo hay en esta ciudad. Cuando uno trata de aguzar la visión pues resulta que no se ve nada porque los dichosos pasos deprimidos no tienen luz. Así que el automovilista debe encender las luces altas pero en lo que los ojos se acostumbran al cambio ¡zás! ya se cayó en otro agujero. Eso sin contar que en otros puentes que no tienen ni una triste bombilla, los maleantes aprovechan para poner obstáculos, hacer que los coches se detengan y asaltar a los pobres manejadores, como es el caso del puente que cruza avenida Observatorio, a la altura de la colonia América... que por cierto es otra zona de caos vial.
Así Marcelo y sus canchanchanes se encargan de fastidiar cada día un poco más nuestra hermosa ciudad. Gastan millones en cosas inútiles -las lonas con pescaditos son sólo un ejemplo pero ahi tiene usted los metrobuses, los "distribuidores viales" que desembocan en la bocacalle de la misma avenida sobre la que se erigen o en el mejor de los casos en callejones sin salida- y se comportan siempre como adolescentes incomprendidos.
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